Estos días, en los que tengo la suerte de tener a mi hermana en casa, hemos aprovechado para enseñarle a tejer a dos agujas.

¿Pero por qué una crochetera enseña a una nueva tejedora dos agujas y no crochet? Porque en esta vida no solo hay que ser sincera con una misma, sino con los demás también.

Mi hermana estaba deseosa de aprender nuestro arte. Ella quería crochetear unos cuantos Beanies Reguapi para su familia. Sin embargo, yo como experimentada en el mundo de las lanas y maestra de carrera sabía que a ella le iba a ser más fácil y gustoso el zambullirse en el mundo de las circulares. Un gran ejercicio de reflexión y humildad el de comprender que lo que es bueno para uno, no siempre lo es para los demás.

Así que durante días, desde mi faceta de beginner en el mundo de las dos agujas, le he mostrado mi amor por las fibras y los accesorios que le rodean. Le he descubierto el romanticismo que hay en ellas y le he hablado sobre la paciencia y la constancia. Y es que para conseguir una meta, en ocasiones el disfrute debe darle la mano muy fuerte a la frustración y así crecer juntos. A través de derechos retorcidos y revés desequilibrados hemos descubierto, entre las dos, cuál es el método de tejer más apropiado para ella.

Mientras que yo prefiero el continental, pues es la técnica que más se adecua a mis expertas manos crocheteras, entre millones de vueltas ensortijadas descubrimos que a ella el método inglés le resulta más clarividente. Gran ejercicio de reflexión y humildad el de ser capaz también de no imponer tus normas o principios, sino descubrir cuáles son las que hay dentro del aprendiz.

Una vez elegida la técnica, el método y después de varios días de práctica puedo decir que sí. En su interior había una gran tejedora. Y me enorgullece el haberlo visto y no haberle impuesto mis gustos. Puede que a mí me enamore más la agujita de crochet y los mil y un algoritmos que aún me quedan por descubrir, pero en ella vi la necesidad de un regocijo. De una canalización que estuviese acorde al momento que vivimos, a sus gustos y sus futuribles. Siendo este de nuevo un gran ejercicio de reflexión y humildad. El de no darle lo que me viene bien a mí, sino lo que le conviene a ella.

Y hablando de reflexionar ¿Por qué llorar más que comprando queso? Con frecuencia tengo el gusto de expresarme a través de la metáfora. Siendo esta una figura retórica que hace un uso figurado del lenguaje. Generalmente se utiliza para referirse a algo, pero sin nombrarlo específicamente. Es decir, el queso servía para expresar las diferentes reacciones emocionales que se experimentan a través del sufrimiento que se vivencia en el duelo de haber perdido a un ser muy querido. El enojo, la culpabilidad, la ansiedad, la tristeza y la desesperación. Emociones y sentimientos que estaría muy bien y sería de muy buena persona respetar.

PD: Y el regalito de hoy es: Jamás le tengas miedo a nada que con pocas palabras puedas solucionar.
Una experta en hacerte fácil lo difícil en el mundo de las dos agujas es Belén de Tejer en inglés. Tiene un canal en Youtube que es una maravilla y con ella descubrirás que ningún lado es oscuro