Viaje express a Amsterdam

En enero de 2017 tuve la oportunidad de volver a Amsterdam. Amo esta ciudad, su estilo, su frescura y su constante renovación. Me tiene totalmente enamorada y me hace rendirme a sus pies. Albert, mi pareja, y yo intentamos volver cada dos años. Nos gusta perdernos por sus calles y descubrir nuevos lugares.

 

 

 

 

Amsterdam, nuestro sueño

Admiramos tanto a Amsterdam que, siempre que volvemos, soñamos con alquilar un apartamento. Coger dos bicis y disfrutar, disfrutar y disfrutar. Y es que, es así como a nosotr@s nos gusta conocer las ciudades o lugares que visitamos, sorprendiéndonos. Dejándole a la ciudad que haga su papel de anfitriona y nos vaya descubriendo lugares maravillosos en cada uno de nuestros pasos, sin horarios, sin organización.

Esta forma de hacer turismo es muy divertida, pero también tiene sus puntos negativos. Como cuando fui a Sidney con mi hermana para un fin de semana y me di cuenta, a última hora (el último día), de que el edificio que me llamaba la atención, cada vez que pasaba por delante, era el museo contemporáneo que tanto me apetecía visitar. Pero eso son solo gajes del oficio.

 

Yarn Bombing

Solemos divertirnos mucho haciéndolo de esta manera y, a veces, parece que el destino no para de hacernos regalos. Como ir andando por la calle y encontrarte con una obra de space invaders

 

 

No pude resistir la tentación de pararme y dejar un regalito cerca. De esta forma me sentí cercana a este artista. Desde sus inicios me ha gustado mucho su ingenio, su forma de hacerse ver y su desarrollo ¿Seguirá allí mi aplique?

 

 

Si por algún casual no fuese así, porque algún limpiador o limpiadora de las calles decidió retirarlo para hacer mejor su trabajo o porque pasó alguien y quiso llevarse el regalo, comprenderé que el yarn bombing es efímero y que tal y como llega puede irse. Aun así, sueño con la idea de pensar que, de vez en cuando somos respetuosos con el arte de los demás.

 

 

Paseando por las calles de Amsterdam te llega a la mente la constante idea de que el arte es respetado. Que a las personas que allí viven les gusta que le decoren su ciudad, de forma respetuosa, y que entienden la sutileza de los artistas. Es por esta razón, que me pareció oportuno dejar pequeños cachitos de mi en aquellos rincones que mas me sorprendieron de la ciudad.

 

 

Respetar el lugar y no dejarme ver mucho era mi objetivo. No  quería crear llamadas de atención que hicieran que cualquiera que pasase por delante tuviera la sensación de que le estaba obligando a fijarse en mi obra. Buscaba la mirada de los observadores. De aquellas personas que se paran en cada detalle de la ciudad. De aquellos que son capaces de descubrir lo que otros no somos capaces de ver.

 

 

 

 

Es por eso, que tuve mucho cuidado de dónde dejar mi mayor regalo para Amsterdam. No quería que sus gentes tuvieran la idea que lo había hecho descaradamente. Sin pasarme horas paseando por su ciudad buscando la esquina perfecta para ser vista, sin ser vista.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Jugamos?

Ahora es cuando te toca a ti visitar Amsterdam y contarme si has sido capaz de ver mis cachitos de yarn bombing hechos regalos. Una vez allí, si los encontráis, podríais fotografiarlos y hacérmelo saber. A través de instagram, etiquetando la foto con los hashtag #Alimaravillas  Y, por supuesto, no olvidéis nombrarme y etiquetarme, para no perderme detalle alguno. Recordad que soy @alimaravillas, muy fácil todo 🙂

 

Por último, me gustaría saber si alguna vez has visitado Amsterdam o si crees que me he perdido algo. Aunque también me puedes comentar si te encanta la intervención de yarn bombing que he hecho :)